MEMORIAS DE UNA PRINCESA RUSA

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POLLA DE NAPALM
Saludos desde mi polla que viaja a mil millas por hora
y yo subido en ella cabalgo mi propia polla
y alzo uno de mis brazos al aire y grito, río, sonrío,
alzo mi sombrero por vosotros
y os río-sonrío cuando os adelanto a mil millas por hora.
Miradme cabalgando la punta de mi polla.
Quiero que me reverenciéis a mi paso
que sintáis el poder mayestático de mi polla, que digáis:
tanta belleza no ha podido ser pensada por un dios bueno.
Y yo seré magnánimo y ecuánime
y me quitaré el sombrero al pasar delante de las señoras
y ya nada nunca será igual dentro de ellas
porque mi esencia las habrá cautivado.
Serán algo nuevo después de mí, mi germen no es inocuo,
y ya no reconocerán a los de su misma especie
y copularán con animales y plantas vivos o muertos,
para poder calmar su ansia, para poder calmar mis exigencias.
Porque yo someto a mi tiranía
a todos los que han osado mirarme a los ojos.
Son míos y yo me expreso por sus actos.
Y todas las mujeres, todos los hombres,
desearán cabalgar un día en la grupa de mi polla.
Traigo la esencia de un nuevo mundo.
Mi semen regará los campos y las montañas,
regará con su húmeda calidez a las estúpidas campesinas
que follan, desnudas, la tierra húmeda y cálida,
que buscan ser fecundadas por la Madre Tierra
desconociendo que ahora la Madre Tierra soy yo
y cada vez que golpean sus sexos abiertos
contra el suelo, golpean contra mi polla
y sienten como ella las penetra y las colma de placer
aunque después solo queden pequeños
granos húmedos y cálidos de tierra baldía.
Polla de napalm,
eyaculación mortífera que destruye todo a su paso.
Yo soy el ser que controla Su Chorro.
 

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Vedla eyacular sobre pastos y ciudades,
vedme a mí dirigiendo su carga abrasadora.
Ved cómo todos a su paso se puestran ante mí
y cómo yo, y mi polla, dirigimos la Muerte hacia ellos
que caen rígidos, imperfectos, en una inmolación divina y sensual.
Yo cabalgo mi polla y mi polla lleva el Infierno.
Entra en las jovencitas y en las casas, en los hombres y en los establos,
fecunda desolación y muerte, pues tras su chorro de napalm
sólo queda la más perfecta de las religiones.
Y mis fieles me adorarán sin dudar, y la sangre fluirá libre,
y la muerte será un nuevo nacimiento
a una nueva era, a una nueva estirpe, a un nuevo sentido
de los cuales yo soy el Mesías,
el último Profeta de los llegados hasta vosotros.
Y mi señal es mi propia polla, polla de napalm que purifica
cuerpos y mentes, tierras y casas,
para que el pecado desaparezca, para que nada mancille mi señal.
He de llegar hasta vosotros, he de ser vuestro dios ejemplar.
Enseñadme vuestros sexos desnudos y haré de vosotros ángeles,
un coro de ángeles negros de gran coño negro,
cantando alegres a los lados de mi polla de napalm.
Y vuestras alas negras de vello púbico se agitarán a mi vera,
y eso será el invierno.
Y vuestros rostros negros de vagina abierta, cantarán mi canción,
y eso será la primavera.
Los niños, alborozados, se acercarán a mí.
Permitid que los niños se acerquen a mí.
Permitid que los niños se acerquen a mi polla de napalm.
Que mi especie riegue sus pieles virginales,
que mi semen mortal penetre a través de sus poros,
que sean míos cuando yo sea de ellos,
que el fin llegue conmigo y que nada más haya tras de mí.
Fecundaré a vuestras hijas antes de la primera menstruación.
Y mis hijos habitarán su vientre
durante treinta y tres días con sus treinta y tres noches
y después resucitarán a la vida.
Yo, orgulloso, los observaré desde el Cielo,
observaré como sus niñas-madres los arrullan en sus brazos.
Veré como la leche no brota de sus pechos incipientes
y yo los alimentaré con napalm y mi sangre.
Mi carne será su fluido.
 

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Para después desaparecer de sus existencias.
Para esconderme tras un árbol, invisible,
y aguardar su hora, el momento de su reinado.
Para sentir cómo mi esencia domina el mundo sin mí.
Después de a los dioses, fecundaré a los héroes.
Montaré sin pudor a las hembras de todas las razas animales.
Mi semilla entablará luchas en sus vientres,
hallará óvulos blancos y óvulos negros. Y progresará.
Vedme sobre el lomo de una perra, observad mi rostro gozoso:
yo soy ese que no tiene estirpe,
ese que siembra su esencia en todas las entrañas fecundas
a su alcance. Heredaréis mi obra.
Ved el Infierno en torno a vosotros.
No, no es fácil de comprender si se persiste en estar ciego.
Yo no tengo forma definida pero podéis notar mi presencia.
Sentidme observándoos cuando hacéis patéticamente el amor,
cuando paseáis por el parque
con una sonrisa de satisfacción en vuestros labios:
todo va bien. Sentid mi presencia pues no es inocua.
Llevo conmigo el poder de mil años de destrucción,
llevo la sangre de todos los muertos culpables
corriendo mis venas. Carezco de armas.
Voy desnudo y pretendo mataros
con mis propias manos. Mirad siempre en torno a vosotros
y estad alerta. Yo siempre estaré ahí.
En los ojos de un viejo crepuscular,
en el andar de un perro cojo, en el precioso cisne
que flota muerto en el centro del estanque.
Trascenderé un rato después de que el Infierno
tapice sus paredes de terciopelo azul
y llegaré pronto hasta vosotros, creedme.
Me postraré y rezaré recogido sobre mi regazo.
Alguien llamará a la policía y seré esposado y detenido,
encerrado en una sala de techo alto
y mi gran polla de napalm requisada y ocultada en un almacén.
Pero yo seguiré rezando por vosotros
porque yo soy Cristo Resucitado
y de mi simiente en los vientres de las jovencitas
nacerá la nueva era.
Y me elevaré sobre vosotros con los brazos y las piernas
abiertas y mi cuerpo horizontal, y navegaré por el aire
en búsqueda de lo que no existe,
porque vosotros no existís, no sois sino tierra yerma
en la que nada ha aún creído, y de mi polla brotará
la simiente que os fecundará, el napalm sagrado.
Seréis regados con mi líquido creador,
y él penetrará en vuestros cuerpos
a través de todos los poros de la piel,
y sentiréis placer, y sentiréis dolor,
y luego no sentiréis nada porque entonces yo ya estaré
sintiendo por vosotros todo lo que vosotros
no habéis sido capaces nunca de sentir.
Y advendrá una nueva era de sufrimiento.
Estaréis vacíos porque yo estaré en vosotros
y, cuerpos huecos, reptaréis con una sonrisa en los labios
hasta el día de vuestra muerte definitiva.
Postraos ante mi polla y todo tendrá sentido.
Ved cómo surge la simiente de ella y cómo ésta os riega y fecunda.
Observad cómo mi polla se abre ante vosotros
y se convierte en una gran vagina sin clítoris
que os succiona. Y ya estáis en mi coño.
Seguís una gestación inversa hacia la nada.
Hasta desaparecer por completo y ser eliminado
vuestro resto putrefacto en mi menstruación.
Mi gran coño-polla es dulce pero no tiene labios,
es tierno pero está húmedo, es cálido y finge.
Mi gran coño-polla tiene dientes cariados
que os sonríen maliciosamente. Fijad vuestra sonrisa en ellos.
Sentiréis su influjo insoportable cuando la succión esté próxima.
Entraréis dentro de mí y las paredes del coño-polla se dilatarán
a vuestro paso. Naceréis hacia dentro.
Yo soy El Nuevo Mundo, lo fértil e inexplorado,
el Infierno que dará sentido a vuestras existencias.
El Destino. Una sonrisa cariada como señal.
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Estoy dentro de vosotros. Extended vuestros brazos al viento,
extended vuestros dedos en vuestras manos.
Separad las piernas, alzad la cabeza, sentid como mi piel
se pliega dentro de la vuestra, como encajo perfectamente
dentro de vosotros, como mis dedos se estiran
dentro de los vuestros, como mis piernas entran
en las vuestras y los dedos de mis pies
se acomodan en el interior de los vuestros,
como mis vísceras ocupan el lugar de las vuestras
y sincronizan sus funciones, dos corazones latiendo al unísono,
cuatro pulmones respirando a la vez,
como mi cráneo se alza hacia arriba
y entra, en el interior de vuestra cabeza.
Ahora mis pensamientos se solapan a los vuestros
y lo que yo pienso es lo que pensáis y no existe diferencia.
Desde hoy mis designios serán vuestra iniciativa,
mi iniciativa, el sentido de vuestra existencia.
Respiro a través de vosotros.
Ahora existe un nuevo orden, un nuevo sentido
en torno a lo que todo se ordena.
La relatividad ya no existe, porque yo soy Lo Relativo;
la evolución de las especies ya no existe,
porque yo soy La Especie.
El Universo entero se ordena en torno a mi presencia.
Todo equidista lo mismo de mí y desde mí.
Lo aprendido se olvidará y yo reinaré durante mil noches.
Después moriré en vosotros y vosotros moriréis conmigo.
No habrá legado. Después de mí, no habrá Nada.
Sólo un estado distinto del bien y del mal.
Editado originalmente en:
Delito Pulp Magazine
Número 2: The third hand
Enero 1999, 84 págs. Barcelona, España.
D.L.: SS-566/98 · ISSN: 1139-6458
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COSAS QUE HACER CON MARY
Mary ha dejado de fumar,
Mary está muerta,
preciosa sobre las sábanas inmaculadas en las que hacíamos el amor
y ahora ya no está ella,
sólo un cuerpo sereno y dulce.
Mary ya no va a la playa,
ya no usa bikini
ni se le ponen duros los pezones cuando entra en el mar.
Mary está tan linda tendida en ropa interior sobre las sábanas...
Mary ya no cose por las tardes después de comer,
ya no usa su costurero azul
y sus tijeras son ahora mías.
Corto despacio, en pedacitos pequeños,
la ropa interior de Mary.
La estiro cuidadosamente en la mesa sobre una toalla
y la plancho con amor.
Yo amo la ropa interior de Mary.
Corto el sujetador en trozos cuadrados casi perfectos
y plancho los bordes sin calentarlos demasiado
para que no se curven hacia arriba.
Las bragas blancas son algo más difíciles.
Es necesario separar algo las piernas de Mary
pero el corte no siempre es preciso.
Las bragas que usa Mary son suaves y algodonosas.
Siempre me gustó ponerlas sobre mi cara y sentir su aroma.
Y ahora las corto, las plancho y guardo los trozos
en el interior de las obras completas de Camilo José Cela.
Creo que es un buen sitio. De todos los libros que tengo,
los de Camilo son los más valiosos.
Nadie tira nunca a la basura los libros de Camilo.
Mary no dejaba crecer el vello de su pubis.
Solía afeitárselo de cuando en cuando,
nunca completamente,
sino que dejaba una pequeña mata de pelo
justo donde comienza la vulva.
Y ahora he de hacerlo yo por ella.
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Porque, claro, Mary está muerta.
No es tarea fácil. No.
Las tijeras del costurero de Mary
que ahora ella no usa
porque Mary ya no cose por las tardes después de comer,
no rasuran por completo el pubis.
Hago lo que puedo y me esmero, pero es difícil.
Así que he de recurrir a mi máquina de afeitar
para poder contentar a Mary.
Mi máquina es eléctrica y yo quiero mucho a Mary.
Suerte que tiene un cable largo
y llego sin problemas hasta el coño de Mary.
El coño de Mary.
De todas las partes del cuerpo de Mary,
su coño es la que más me gusta.
Mary tiene un coño que siempre parece tener quince años.
Es pequeñito y duro
y cuando lo abres para mirar dentro
el clítoris sale hacia delante como si fuese una polla diminuta.
Entonces yo me lo meto en la boca y lo muerdo un poco.
A Mary siempre le gusta que me meta en la boca su clítoris.
Le gusta que lo sujete entre los dientes
mientras que con la lengua lo acaricio de arriba abajo.
No sabría explicar a qué sabe el coño de Mary.
No hay nada en el mundo igual al sabor del coño de Mary.
Sí, el coño de Mary sólo sabe al coño de Mary.
Y ahora que Mary está muerta
tengo todo el tiempo del mundo para meterme su clítoris en la boca.
Porque Mary ya no tiene que ir a trabajar,
no ha de limpiarse los dientes,
sus amigas no quedan con ella para ir al cine
y no tiene que lavarse la ropa interior.
Mary no se queja cuando muerdo demasiado fuerte su clítoris.
Eso me gusta, porque a mí me gusta morderlo con fuerza.
Tiro de él, tiro con ahínco.
Y al final, el clítoris de Mary acaba partiéndose
y terminando en el fondo de mi estómago.
Y Mary no se queja porque Mary está muerta.
Mary tiene las tetas de oro.
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Le gustaba que yo le dijese eso.
Mary, preciosa, tienes las tetas de oro.
Y Mary, sin dejar de coser,
sonreía con soltura y las movía dentro del sujetador.
Nunca hubo un buen sujetador para Mary.
Cuando íbamos a la playa y nos metíamos en el mar,
los pezones se le ponían duros a Mary.
A mí me gustaba tocarlos con la punta del dedo sobre el bikini.
Mary se reía y,
si estábamos en un lugar en el que el agua cubriese lo suficiente,
Mary se subía en bikini y me dejaba que se las abrazase por detrás.
Y es que a Mary le excitaba mucho sentirse acariciada
en un lugar repleto de gente.
Yo, como sabía que le gustaba, seguía y seguía,
y, a veces, metía la mano entre sus piernas para tocar el clítoris duro.
Mary solía correrse casi siempre,
y le costaba que la gente no se diese cuenta por el gesto de su cara.
Pero eso era lo que más le gustaba a Mary:
correrse con toda aquella gente tan cerca.
Ahora las tetas de oro de Mary
miran al techo de la habitación,
duras y enormes como siempre,
y yo las recorro con mi maquinilla eléctrica.
¿Hace cosquillas, Mary?
Pero Mary no contesta, porque Mary está muerta.
Los pezones de Mary tienen tres centímetros y medio de diámetro
y uno de altura.
Se lo decía a Mary y ella se reía.
Los tengo así desde los trece años, decía risueña.
Es un buen tamaño para un par de pezones de oro, pensaba yo.
En verano, cuando no había demasiadas cosas que hacer
y Mary no tenía que coser,
pasábamos el rato tumbados sobre la cama
viendo crecer y menguar los pezones de Mary.
A veces ella tenía orgasmos y otras se aburría.
Yo le pedía que se pusiese el sujetador
y volvíamos a empezar de nuevo.
Acercaba mi rostro a un palmo de las tetas de Mary
y los miraba.
Es bonito ver crecer hacia arriba un centímetro de pezón de oro.
Pero los pezones de Mary ya no crecen más.
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Se han detenido en un tamaño incierto
a medio camino entre el cero y el uno.
En un cajón de la cómoda, está el bikini de Mary.
Es de color rosa y tiene lunares amarillos.
Se sujeta a la espalda y en el cuello con cintas de color blanco.
Y las cosas han de estar en su sitio, como a Mary le gusta.
Por eso ahora las tetas de Mary están dentro del bikini de Mary,
bien guardadas en el interior del cajón de la cómoda de Mary.
Como a ella le gusta.
Mary tiene los labios morados
y bebe zumo de pomelo.
Mary se pintaba los labios todas las mañanas después de ducharse,
en el baño de casa.
Secaba su cuerpo con una toalla suave y fresca
y se ponía la ropa interior limpia.
Entonces, con el puño cerrado,
abría un agujerito en el vaho del espejo
y comenzaba, con parsimonia, a pintarse los labios
con carmín morado.
Luego se secaba el pelo y se hacía la raya de los ojos.
Se vestía e iba a trabajar.
A media mañana, tomaba un café
y verificaba que el perfil de sus labios morados
estuviese en su sitio.
A veces tenía que retocárselos,
y es que Mary tiene la manía de morderse
el labio inferior cuando está preocupada.
Luego trabajaba más y más, todo un día agotador de trabajo.
Por la noche, regresaba a casa y yo le estaba esperando
pero Mary ya no tenía los labios morados.
El carmín se había volatilizado como por arte de magia.
Y Mary exprimía unos pomelos en la cocina, de pie junto al fregadero,
y se lo bebía en el mismo recipiente de la exprimidora.
El zumo de pomelo ha de beberse de inmediato, decía,
para que no pierda las vitaminas.
Por eso hube de inyectar el veneno directamente en los pomelos.
Porque Mary bebe su zumo al momento de exprimirlo.
Por eso tuve que utilizar una jeringuilla,
pinchar la aguja en la piel dura del pomelo,
extraer un poco de zumo y después inyectar con cuidado el veneno.
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Porque yo siempre quería verte con los labios morados, Mary.
Como ahora, tan serena tendida sobre la cama
y toda esa sangre empapando las sábanas.
Esto como un aura mágica, ¿sabes, Mary?
Tu sangre en torno a ti te da un aspecto de santa,
con esa cara de niña buena que siempre has tenido, Mary,
parece Santa Mary de la Playa,
pareces un algodón flotando en el aire.
Y tienes los labios morados, ¿los sientes, Mary?
Son de un morado intenso
y ahora el color no se va por mucho que los chupe y los chupe.
¿Verdad, Mary, que te gusta que te haga esto?
¿Verdad que disfrutas, Mary?
Son tan dulces tus labios morados...
Y es tan grande el placer que me produce succionarlos...
Tiraré de ellos con fuerza, sé que no puedo evitarlo, Mary,
y al final se romperán.
Los mantendré un rato en mi boca y apreciaré su sabor divino.
Los chuparé despacio para que duren todo el tiempo posible,
y al final habré de tragármelos.
Eres mía para siempre, cariño.
Estás lindísima con la sangre cayendo con parsimonia por tu rostro.
Te quiero tanto, Mary...
Editado originalmente en:
Delito Pulp Magazine
Número 3: Bloody, bloody days of uncle Jack: about the persistence
of time and perseverance of death
Julio 1999, 100 págs. Barcelona, España.
D.L.: SS-566/98 · ISSN: 1139-6458
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ÍNDICE
1. Polla de napalm
2. Cosas que hacer con Mary
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